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Máximo Thomsen: la historia no contada del condenado que más pegó en el asesinato de Fernando Báez Sosa

13/02/2023  |  otras noticias  |  

Quedó filmado, como en una película de terror. Durante el juicio, el silencio y su cara de témpano tampoco ayudaron. Ex presos se relamían en la tele pronosticando “qué le harían” a Thomsen en la cárcel una vez que fuera condenado por este hecho aberrante. Y nadie le creyó cuando ensayó un frío pedido de disculpas a los padres de Báez Sosa, en la última jornada de audiencias. “Y llora, llora, llora, Thomsen llora”, le cantaban a su familia en la puerta de los tribunales de Dolores.

El joven líder de los ocho rugbiers, fue uno de los acusados más comprometidos en el crimen de Fernando Báez Sosa por la cantidad de pruebas que pesan en su contra. Una zapatilla Cyclone manchada de sangre y su huella marcada en el rostro de Fernando fueron elementos inapelables para ser condenado con prisión perpetua.

Sin embargo, pese a que su nombre se consumió con horror como noticia obligada en todos los canales de TV durante el mes de enero, poco se sabe de su historia. En Zárate, su pueblo natal, personas que lo conocieron, entre amigos, vecinos y colegas del deporte hablaron con la prensa. La mayoría prefirió el anonimato porque, en pueblo chico, infierno grande, todavía el apellido Thomsen genera escozor.

En esta localidad de la provincia de Buenos Aires, a Thomsen se lo conocía como “Machu” y supo ganarse un lugar en los comentarios de vecindad: pintaba para crack. Máximo practicaba deportes desde muy pequeño, pero su pasión siempre estuvo puesta en el rugby. En el Club Arsenal Náutico, ubicado a unas 20 cuadras de su casa, se destacaba como uno de los mejores jugadores. Y ya en esa época los medios periodísticos locales se ocupaban de él proyectándolo como un futuro integrante de los Pumas, debido a que la Unión Argentina de Rugby de Buenos Aires lo había catalogado como nuevo talento. “Desde las inferiores sobresalía del resto”, cuentan quienes lo conocieron.

 

“Máximo no era el que buscaba pelea, esos eran los Pertossi, pero cada vez que había piñas Máximo se transformaba y no lo podían parar”, explican quienes lo vieron actuar, especialmente, en las afueras del boliche Apsara, de moda en Zárate. Tal era el rigor físico de este grupo que, más de una vez, Thomsen y alguno de sus amigos trabajaron como patovicas del local bailable. Esto quizás explica el testimonio del corpulento guardaespaldas de Le Brique, Alejandro Muñoz, el encargado de sacarlo a Thomsen con una toma de asfixia, cuando dijo que había tenido problemas para reducir al rugbier después de su pelea con Fernando en el interior del boliche.

Muchos se dijo sobre los rugbiers como “hijos del poder” pertenecientes a una elite de Zárate. Sin embargo, la influencia de la familia Thomsen es menor a otras, como la que tiene la familia Pertossi que concentró económicamente la defensa de los acusados. Para solventar sus estudios de educación física en el Instituto de Formación Docente N° 85 de Zárate, Thomsen hacía changas colocando alambrados.

A él y a su hermano Francisco -que vive en el exterior pero regresó al país para acompañar a Máximo en el juicio- los crió su madre sola, que es arquitecta y trabajó en la Municipalidad de Zárate. El matrimonio se disolvió después del nacimiento de Máximo y Marcial se mudó a Campana donde rehizo su vida con otra pareja. “El padre siempre se borró”, cuentan quienes conocen a la familia.

 

Marciel Thomsen, padre de Máximo

“Por acá no se lo había vuelto a ver. Me sorprendí cuando lo vi por televisión”, explican sobre la aparición de Thomsen para acompañar a su hijo en todo el proceso judicial. La primera declaración pública de Marcial fue una semana después del crimen de Fernando y, más allá de la sorpresa de muchos de quienes lo conocían en Zárate, su presencia generó ruido por otros motivos. “Todos estamos pagando por lo que pasó esa noche en Villa Gesell. En mi familia estamos todos muertos”, dijo a los medios convirtiéndose en el primer padre de uno de los acusados en hablar. Luego de eso, Hugo Tomei, el abogado defensor, ordenó un silencio inquebrantable que se mantuvo hasta hoy porque consideró que cualquier opinión pública podía complicar su estrategia de defensa.

En prisión desde hace tres años, Máximo sigue siendo el líder de los detenidos. No pierde sus virtudes del pasado: proliferan varios “club de fans” que en Instagram llenan sus fotos de clics, corazones y palabras románticas. /Noticias



Fuente: informate salta
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