Image

Gitanos en Salta: mitos y verdades de una comunidad históricamente perseguida

27/05/2019  |  otras noticias  |  

Sofía está molesta. En un romaní inentendible reniega porque en el hospital la hicieron esperar una hora pese a que le correspondía ser atendida por el número que tenía en mano.

Carolina trata de calmarla y en castellano explica que este tipo de situaciones se dan a diario. Pertenecer a la comunidad gitana y no ser discriminados pareciera ser algo que no se da en el plano de lo real.

El imaginario popular se ha encargado de achacarles a los gitanos todo tipo de culpas y delitos. “Si no tomás la sopa te va a llevar la gitana”, es una de las frases que dicen los adultos y que acrecienta la estigmatización hacia una raza perseguida a lo largo de varias generaciones.

En Salta habitan más de 200 familias gitanas que comenzaron a llegar a fines del siglo XIX, aunque en su mayoría se asentaron en la década de 1940. En el país se estima que en la actualidad hay 300.000 gitanos.

Los orígenes de una comunidad nómade

Los gitanos o romaníes son originarios de La India y según cuenta Elizabeth Infante de Juan, referente de la comunidad gitana en Salta, la tradición indica que son descendientes de una de las doce tribus de Israel de las que habla el Antiguo Testamento.

Su hija Carolina Juan agrega que muchas de sus tradiciones están escritas en libros bíblicos como el Levítico y el Deuteronomio.

En Europa el pueblo gitano es la mayor minoría étnica y en Argentina la mayor presencia de la comunidad romaní se encuentra en las ciudades de Mar del Plata, Comodoro Rivadavia, Salta, Rosario, Necochea, Bahía Blanca y Córdoba.

Entre los romaníes hay varios subgrupos como los Sinti, los Calé o los Rom. Los que llegaron a Salta son de un subgrupo denominado gulumbeshti proveniente de la zona de los Balcanes. El apellido Juan es la castellanización de Ianich, el apellido que tenían antes de ser registrados en nuestro país.

Gitanos en Salta

“Este es un barrio gitano”, afirma con seguridad Elizabeth. Es que en la zona oeste baja de la ciudad se estableció la mayor cantidad de familias gitanas desde su llegada a Salta.

En los barrios 25 de mayo y Santa Victoria hay más de 100 familias viviendo, según comenta la referente de la comunidad quien vive con su esposo e hijos en el pasaje Rosario de la Frontera.

Otra de las zonas en donde viven algunas familias romaníes es en la avenida Tavella donde aún se pueden ver carpas, el tipo de vivienda que eligieron a lo largo de varias generaciones.

Elizabeth vivió en carpa durante 20 años pero con su esposo, Roberto Juan, decidieron levantar paredes y construir una casa. Pese a esto, la distribución del espacio es algo que forma parte de su forma de concebir el mundo, “por eso si bien es una casa los espacios son bien amplios”, afirma la mujer.

En el resto de la provincia, la zona con mayor presencia de gitanos está en los aglomerados urbanos de Metán y Rosario de la Frontera, en donde hay más de 100 familias.

Por último, en Orán hay tres familias registradas por el censo que propuso Elizabeth y que cuenta con el apoyo de la Secretaría de Derechos Humanos de la Nación. Según esta encuesta en Tartagal habitan dos familias de gitanos.

Elizabeth Infante de Juan, referente de la comunidad gitana en Argentina. Foto LA GACETA

Una gitana de origen criollo que dejó todo por amor

Elizabeth es tucumana, nació en cuna criolla (no gitana) pero en su adolescencia se topó con quien daría un vuelco significativo a su vida.

En su camino se cruzó con un gitano, de quien se enamoraría y por quien dejaría su mundo conocido hasta el momento. Roberto es quien posteriormente se convertiría el padre de sus cinco hijos, su compañero y quien la apoya en su activismo en pos de la integración de los gitanos.

Con la astucia propia de los gitanos, Roberto “enamoró” primero al padre de Elizabeth y también a ella. Juntos decidieron viajar a Salta y radicarse para establecer una familia.

Elizabeth y Roberto llevan 33 años de casados y la mujer afirma: “todo lo hice por amor a mi esposo, y lo que hago hoy lo hago por amor a mis hijos y a mi familia”. Es el que el concepto de familia de los gitanos es amplio y abarca líneas de parentesco no directo.

A partir de ese primer contacto con el mundo de los gitanos, Elizabeth se hizo una más de ellos. “A los dos meses ya estaba hablando romaní”, recuerda la mujer.

La abuela de Juan fue quien le enseñó todo y le transmitió el amor hacia la cultura romaní. Eso le dio a Elizabeth una “mirada criollogitanizada”, como ella misma la define.

Cuando la mujer decidió que sus hijos serían alfabetizados en el sistema de educación pública se topó con la cara más cruda de la discriminación: la estigmatización que padres le transmiten a sus hijos.

“Los chicos no discriminan”, sostiene Elizabeth y agrega que “son los padres los que les enseñan eso”.

La inclusión escolar y los destacados promedios

“Cuidá tus cosas, no vaya a ser que te las robe el gitano”, escuchó decir muchas veces a los padres de los chicos y ese tipo de frases calaron tan hondo en el hijo mayor de Elizabeth que no quiso ir más a la escuela.

Pero la mujer no se dio por vencida. Decidió acompañar a su hijo todos los días y quedarse con él. “De tanto quedarme en la escuela, me eligieron presidenta de la cooperadora”, recuerda entre risas y después cuenta orgullosa que estuvo ocupando ese cargo durante 15 años en la Escuela N° 4647 Dr. Mariano Boedo, de Villa Chartas.

Gracias al compromiso de Elizabeth, la institución educativa desarrolló el Proyecto: Comunidades de Aprendizaje, a través del cual se generan procesos de inclusión con niños romaníes.

Los cinco hijos de Elizabeth terminaron la primaria en dicha institución, en la que además se incluyó a las niñas aun sin el pleno consentimiento de los hombres de la comunidad.

Pese a algunas diferencias con los varones de la familia, la mujer logró motivar a las más jóvenes a terminar la escuela primaria y la secundaria.

Dos de ellas finalizaron sus estudios con promedios altos y fueron abanderadas. Sofía Juan y María Juan son de la primera generación de gitanas salteñas en recibirse en el secundario.

Ambas cursaron en el Colegio Secundario N°5081 Raúl R. Alfonsín y se destacaron por sus excelentes calificaciones.

Sofía y María terminaron el secundario en el Colegió Raúl Alfonsín con altas calificaciones. Foto LA GACETA

Derribando mitos

Hay muchos mitos que giran en torno a los integrantes de la comunidad gitana. Con mucha liviandad se los tilda de “embaucadores”, “estafadores”, “ladrones”, “mentirosos”, “machistas”, “cerrados”. Pero todos esos motes pierden consistencia cuando se conoce de cerca a las personas que forman parte de un mundo fascinante y lleno de elementos culturales ancestrales, como el de los gitanos.

“Somos personas con sentimientos” expresa Carolina y su hermana Lucrecia Juanagrega que “somos seres humanos que también necesitamos del Estado”. Por su parte, Sofía concluye diciendo: “somos ciudadanas argentinas de etnia romaní. Y salteñas”.

Elizabeth cuenta que durante mucho tiempo los gitanos se negaron a recibir cualquier tipo de ayuda por temor. “Cuando preguntan quién robó todos miran al gitano”, sostiene.

Y luego agrega: “esto es generacional, los niños crecen con ese pensamiento”.

Muchas veces se los acusa de ser una comunidad cerrada pero ellos afirman: “somos una comunidad cerrada para mantener a la familia unida, somos familieros”.

Por su parte Carolina agrega que “uno no se abre porque uno creó fortalezas para que no lo lastimen y entonces piensa que siempre vienen a hacer daño”. Luego concluye: “aunque en el fondo sabemos que no todos son iguales”.

Arte gitano en tela: Elizabeth muestra una de las pinturas. Foto LA GACETA

Rompiendo esquemas

Mi orgullo es que las chicas sean pioneras, que sean la primera generación de gitanas recibidas”, afirma Elizabeth quien considera que está dejando una posta que las chicas más jóvenes deben tomar.

Sofía luego de terminar el secundario estudia Higiene y Seguridad. La joven de 22 años sueña con convertirse también en profesora de danzas étnicas y árabes. Heredó la pasión por el baile de su madre fallecida.

“Mamá me ayudó a salir del machismo y a salir afuera, ella bailaba” cuenta la joven que además fue fiscal y presidenta de mesa durante las elecciones.

“El colegio nos enseñó muchísimo”, expresa agradecida y destaca el rol que tuvo la directora del Colegio Raúl Alfonsín, Miriam Jaime, en el proceso de inclusión. “Ojalá todos fueran así”, desea en voz alta.

Elizabeth sostiene que se siente una mujer empoderada y que se siente “orgullosa de lo que hacen las chicas y de que estén recibidas” aunque destaca que es fundamental en este proceso el acompañamiento de los hombres de su familia: su esposo y su hijo.

Por su parte, Carolina agrega: “los chicos y los jóvenes ya no son tan despolitizados, formamos parte del país” y admite: “somos muy conservadores, pero como dicen ´el saber no ocupa lugar´”.

Perseguidos históricamente y discriminados en tiempos de inclusión

“El pueblo fue muy perseguido a lo largo de las generaciones” expresa con cierta tristeza Elizabeth y a la vez afirma que lucha por reivindicar el holocausto gitano.

A lo largo de la historia fueron perseguidos y asesinados en los países a donde los llevó su vida nómade pero quizás el peor de los casos se dio durante la segunda guerra mundial.

El 2 de agosto de 1944, alrededor de 3000 mujeres, niños y ancianos gitanos fueron torturados en una cámara de gas e incinerados en el campo de exterminio de Auschwitz. Esta fecha, fue designada con posterioridad como el “Día del Holocausto del Pueblo Gitano”.

La discriminación que padecen hace que sus derechos a la salud, a la justicia y a la educación se vean constantemente vulnerados. Sofía cuenta, por ejemplo, que al instituto donde estudia no la dejan ir vestida de gitana.

También recuerda que una vez “nos fuimos a inscribir en un terciario y no nos dejaron pasar. Nos dijeron que podíamos esconder un arma detrás de esta vestimenta”.

“Estamos en el siglo XXI, hay tanta lucha por la igualdad en cuestiones de sexualidad, por qué no piensan que discriminarnos es atrasar un montón”, opina Carolina. “Cuando me pedían que dibuje una casa yo dibujaba una carpa y a algunos les sorprendía”, cuenta.

Pese a estas diferencias, Carolina tiene en claro que “la esencia de uno y lo que brinda es lo que recibe de los demás, por eso siempre me abrí a los otros”.

Sobre la discriminación, Elizabeth indica que “nos siguen discriminando, nos siguen estigmatizando. Muchos años nos quedamos callados pero ya no más”.

Elizabeth y su esposo Roberto Juan con la bandera gitana. Foto LA GACETA

Un asesinato que reavivó la estigmatización

El 9 de mayo pasado asesinaron de varios disparos a Miguel Yadón, asesor del diputado radical riojano Héctor Olivares, quien también falleció días después.

Al autor de los disparos se lo identificó como “El Gitano”, y ese fue el sobrenombre con que se trató el tema en muchos medios de comunicación. Esto derivó en la estigmatización de la comunidad, a cuyos miembros se catalogó de “asesinos”.

Luego de este hecho hubo comentarios violentos hacia miembros de la comunidad gitana en las redes sociales y en Córdoba la violencia llegó al punto de prenderle fuego a vehículos que pertenecían a gitanos.

Carolina usa Facebook, Instagram y YouTube. “Después de que pasó lo del diputado vi un montón de insultos en las redes sociales”, cuenta y agrega: “los medios nacionales ponen ´El Gitano´ como si todos fuéramos así”.

Sofía opina que “hay gitanos que hacen las cosas mal, queremos que se los juzgue por la ley pero que no etiqueten” y dice que le gustaría “que la gente nos mire de otra manera”.

Para Elizabeth quien incurrió en un grave error es la ministra de seguridad Patricia Bullrich. “Estuvo mal al decir ´el clan gitano´, creo que a Bullrich le queda grande el cargo, siendo parte del Estado argentino ignora las políticas que se llevan a cabo desde la Secretaría de Derechos Humanos”.

Responder con el amor

“Transformé el odio en amor sin darme cuenta”, sostiene Elizabeth al repasar los caminos que recorrió en su vida. De forma inesperada se transformó en uno de los principales referentes de la comunidad gitana en Argentina.

“A mí me dicen que soy una activista, pero yo soy Eli”, afirma con cierta timidez la mujer que con un perfil bajo lucha por la integración de la comunidad de la que forma parte. “Donde las pueda ayudar a las chicas las voy a ayudar”, agrega en referencia al trabajo que realiza por la inclusión de las más jóvenes.

Luego comenta que “todo empezó por el amor hacia mi esposo y hacia mis hijos” para concluir diciendo que cada uno de sus actos son guiados por este mismo sentir. “Lo que hago, lo hago desde el amor”, sintetiza.



Fuente: La Gaceta Salta
Tags:  gitanos salta