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Un reconocido psiquiatra declaró en la Justicia a favor de la exmonja Zarza

07/11/2019  |  Información General  |  

Ayer por la mañana, en Ciudad Judicial se realizó la tercera audiencia en el juicio contra la exmonja Valeria Zarza imputada por abuso sexual simple continuado y abuso sexual gravemente ultrajante continuado.

Durante la mañana se escuchó a especialistas en psicología y psiquiatría que coincidieron en que Zarza no muestra rasgos de mentir ni coincide con el perfil de una abusadora. Entre los testigos estuvo Enrique Stola, psiquiatra que participó en el caso del cura Julio César Grassi y de la actriz Thelma Fardín.

Valeria Zarza es una exmonja del Instituto que fundó el cura Agustín Rosa Torino, a quien denunció por abuso sexual. El sacerdote se encuentra en libertad mientras más de 50 testigos están a la espera del juicio que logró ser suspendido por una medida dictada por el juez Adolfo Figueroa.

El mismo juez favoreció también al cura José Carlos Aguilera dictaminando prescripción de su causa.

La Corte deberá decidir si da lugar a la medida dictada.

Luego de la denuncia de Zarza, la sobrina de Josué Salas, mano derecha del cura Rosa Torino, asentó una denuncia penal contra ella acusándola del mismo delito, por lo que este proceso judicial se desarrolla entre versiones cruzadas y mantos de sospecha que el juez Javier Araníbar intenta despejar. Para ello escucha la voz de profesionales con vasta experiencia en temas de esta complejidad.

Testigo profesional

Enrique Stola, psiquiatra que atendió a "Gabriel", denunciante del cura Grassi, participó como testigo de parte de Valeria Zarza.

También es uno de los profesionales que presentó la querella de la actriz Thelma Fardin contra el actor Juan Darthés por la denuncia de abuso sexual.

El médico hizo alusión a la película "Spotlight" para referirse a la "perversión de los religiosos" e indicó que "muchos de los que abusan en el seno eclesiástico no se deprimen. Los sacerdotes abusadores ejercen el ejercicio del goce del cuerpo, no se deprimen por ello, sí cuando el caso se hace público porque pierden status". Consultado por el fiscal Federico Obeid, que representa a la denunciante, sobre si los síntomas de la exmonja podrían ser a raíz de la denuncia radicada contra ella, el médico aseguró que no porque "en el caso de las mujeres abusadoras dentro del seno eclesiástico sufren trastornos psicológicos", y que en este caso su paciente no presenta dichos trastornos de personalidad.

"Valeria tiene un discurso absolutamente veraz. El único problema que tiene es depresión y el estrés postraumático por los episodios de abuso que cuenta y por haber perdido toda su red social que mantuvo por 20 años", señaló el médico.

Por su lado, el fiscal Obeid intentó conocer en qué se basaba para dar esas afirmaciones, "hay lógica entre lo corporal y las palabras", indicó.

El fiscal además indagó sobre las fechas desde que comenzó a atender a Zarza por haber "inconsistencias" entre lo declarado por la exmonja y el psiquiatra en el momento.

A ello el médico contestó que pueden haber diferencias temporales porque "una paciente puede sentirse atendida desde el primer contacto telefónico".

Incisivo, Obeid consultó además sobre lo que le señalaron "muchos profesionales de que toda víctima tiende a ser abusador", lo que Stola echó por tierra y advirtió que "es un prejuicio social que impacta negativamente en los abusados. Si fuera así las mujeres que son violentadas también serían violentas". Stola ejemplificó con casos en los que "por temor a ser abusadores" muchos abusados piensan en el suicidio.

Lo mismo advirtió antes la psicóloga Liliana Rodríguez, que testificó por videoconferencia.

Desde Buenos Aires, Rodríguez, acompañante terapéutica de Zarza, también coincidió con Stola e indicó que la exmonja no tiene "tendencia" a mentir.

"La contradenuncia es una estrategia común que se da contra las víctimas o contra los profesionales que actúan en el caso", aseguró el psiquiatra que por el caso Grassi fue violentado en su propia casa, y aún hoy recibe cartas documento desde la cárcel de parte del religioso que lo demanda por "daños y perjuicios".

Por último, también testificó la psicóloga del Poder Judicial Mónica Quinteros Navarro, quien apuntaló lo dicho por sus colegas. Aseguró que Zarza se posiciona "como víctima y no como victimaria. Sufre mucha angustia y mucho llanto. Es tanta la angustia, que afectan el curso de su pensamiento al evocar episodios. Teme que algo nuevo parecido pueda volverle a ocurrir, por eso activa la hipervigilancia", aseveró.

Sobreviviente

La exmonja es parte de la red de sobrevivientes de abusos eclesiásticos.

"Tomó una postura omnipotente para ayudar a quienes están en una condición que considera que están peor que ella. De esa manera ella se repara", relató la profesional.

Obeid insistió sobre dos puntos en los que fue reiterativo durante la mañana, si se habían utilizado tests y si la víctima podría haber pasado a victimaria.

La psicóloga explicó que sí utilizó tests y que no observó "elementos de tendencia a tocamientos a una menor", al mismo tiempo que también, en la misma línea que los otros dos profesionales, indicó que no observó indicios de que Zarza mienta o tenga trastornos de personalidad.

Lo que sostiene la víctima en el juicio

Tal como lo publicara El Tribuno en el primer día de las audiencias, la víctima -actualmente de veinte años- solicitó testificar sin presencia de la imputada. La joven relató que los abusos por parte de Zarza comenzaron cuando ella tenía alrededor de cinco años. Contó que en esa época también sufría abusos y maltratos por parte de su padrastro y que la exmonja era la persona con la que ella hablaba de esta situación. Refirió que Zarza le aconsejaba que no dijera nada y que esté tranquila porque ella la iba a cuidar. Afirmó que los abusos de la religiosa no eran como los de su padrastro, ya que “ella era más sutil”, explicó.
A.M.M.S. contó que su mamá la llevaba a la parroquia con frecuencia porque un tío suyo era cura en esa congregación. A raíz de eso entablaron contacto con las monjas y con Zarza en particular. “Mi mamá me dejaba al cuidado de ella. Yo le decía tía Magda. Mi padrastro no me dejaba tener amistades. Zarza era la persona con la que yo hablaba”, manifestó la denunciante.
Acerca de los abusos, la joven refirió que los tocamientos ocurrieron en Lumbreras, en una oportunidad que Zarza la llevó de viaje a ese lugar. Y los otros hechos se dieron en los baños públicos y en un salón multiuso de la parroquia. En todas las oportunidades ambas estuvieron solas. “Ella me tocaba con el pretexto de higienizarme bien. Me decía que me quería cuidar porque me tenía cariño”, añadió. 
La denunciante sostuvo que la última vez que ocurrió ella tenía 8 o diez años. Luego no la volvió a ver por mucho tiempo porque Zarza se fue de viaje.
A los 11 años la encontró de nuevo en la parroquia pero su trato hacia ella ya no era el mismo: “Me ignoraba. Pensé que yo había hecho algo mal”, declaró.
 



Fuente: El Tribuno