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La disputa norteamericana

11/03/2019  |  OPINION  |  

 Enaltecen a los veteranos de guerra, machacan con los “crímenes de extranjeros ilegales” y difaman a las figuras más influyentes del partido Demócrata, especialmente a las mujeres que osan ejercer poder. Una investigación de la revista New Yorker sostiene que la cadena televisiva, que siempre fue partidaria, se ha convertido directamente en el brazo de propaganda de la Casa Blanca. Los autores sostienen que Fox News es tanto “el escudo como la espada” mediática de Trump. 

A unos diales de distancia, el segundo lugar en televidentes lo ocupa el ascendente MSNBC, seguido por CNN, ambos canales atacados regularmente por Trump: “¡[MSNBC] podría incluso ser peor que las noticias falsas de la CNN, si eso es posible!” dijo hace poco en un tweet. Es fácil entender el origen de la furia. El pasado 27 de febrero, por ejemplo, ambas señales cubrieron casi en continuado las siete horas de dramática comparecencia ante el Congreso de Estados Unidos del ex abogado personal de Trump, Michael Cohen, quien bajo juramento arremetió contra el presidente, lo calificó de “racista”, “estafador” y “tramposo” y ofreció detalles y documentos que podrían complicar las investigaciones penales y civiles en curso. Ese mismo día, en Fox News, se sucedían generosas imágenes del Presidente Trump en Vietnam en la “histórica” cumbre con el norcoreano Kim Jong-un, que luego resultó un fiasco.

En este incesante fuego cruzado, una posición de consenso sorprendió recientemente a propios y ajenos: el 65 por ciento de los estadounidenses coincide en aumentar los impuestos para los más ricos (aquellas familias que ganan más de 1 millón de dólares al año). Enhorabuena. Generó también indignación generalizada la noticia de que Amazon pagará 0 dólares en impuestos federales sobre sus ganancias de 11,2 mil millones de dólares en 2018. Es que Estados Unidos es el país desarrollado más desigual del planeta: el 0,1 por ciento de más ingresos posee casi tanta riqueza como el 90 por ciento de menos; y el salario promedio de los 500 CEO principales es 361 veces el salario promedio de un trabajador. Como bien señala Bernie Sanders, nuevamente lanzado a la carrera presidencial: “la economía está en pleno auge para los multimillonarios y las corporaciones, pero no está tan bien para la clase trabajadora”. El hogar promedio tiene menos riqueza hoy que hace 35 años y la expectativa de vida se redujo por segundo año consecutivo. En la superpotencia hay también 41 millones de personas (13 por ciento de la población) con ingresos bajo la línea de pobreza.

La paradoja perversa es que, en 2016, fue justamente un multimillonario, Donald Trump, quien logró capitalizar electoralmente la frustración, el miedo y el enojo incubados en el pueblo estadounidense. El magnate cultivó con eficacia la anti política, y ofreció respuestas (falsas) a problemáticas legítimas que el establishment del partido demócrata no supo ver. Pero desde aquella histórica primera marcha de las mujeres en Washington, el 21 de enero de 2017, algo empezó a cambiar. Se vive un auge de movilización de trabajadorxs, maestrxs, jóvenes, colectivo Lgbti. Los demócratas salieron fortalecidos de las elecciones de medio término: revitalizaron su plataforma y sus candidatxs, marcaron la agenda con temas clave para la población (sistema de salud, impuestos, deuda estudiantil, discriminación), y lograron recuperar el control de la estratégica Cámara de Representantes (Diputados). Desde este año, el Congreso estadounidense tiene un nuevo récord de mujeres (127), aunque son solamente 24 por ciento de lxs miembros, lejos de la paridad.  

Mientras el partido republicano, con sus propias grietas, se abroquela detrás de Trump, una nueva generación más progresista -con más mujeres, jóvenes y minorías- está disputando el poder al interior del partido demócrata. Congresistas potentes como Alexandra Ocasio-Cortez, Elizabeth Warren y el propio Sanders lideran la batalla por un Estados Unidos en donde la redistribución del ingreso cambie de signo en favor de la mayoría. Un eje ha sido evidenciar que el supuesto “gran logro” de Trump y sus acólitos (la reforma impositiva) fue en realidad una estafa: el 83 por ciento de los beneficios por la rebaja de impuestos se lo apropiará el 1 por ciento más acaudalado del país. En contraposición a esta reforma, y haciéndose eco de aquel 65 por ciento que acuerda con cobrar más impuestos a los ricos, los demócratas manejan un menú de alternativas ambiciosas para generar una estructura impositiva verdaderamente progresiva y poder financiar el desarrollo de su país. Es uno de los terrenos de disputa de una batalla a fondo que, con matices, también atraviesa nuestro país: si el ingreso y la riqueza se redistribuyen hacia las elites, como viene haciendo el gobierno de Macri o si, en cambio, la riqueza social se empieza a canalizar nuevamente en favor del presente y el futuro de la mayoría de los argentinos. 

* Profesora de la American University. Ex embajadora argentina en Estados Unidos.



Fuente: pagina 12